CADA
EUCARISTÍA ES UNA NAVIDAD: JESÚS SE NOS DA RECIÉN NACIDO EN LA COMUNIÓN! En este
testimonio esta conversa llamada María Vallejo Nájera nos presenta uno de sus
libros en el que habla de casos extraordinarios que han sido luz para entender
mejor cómo es y de qué se trata el Cielo y el infierno. Dios nos ha
creado para el Cielo por ello estamos llamados a la santidad. Los santos son
los que descubren cual es la Voluntad de Dios para ellos y la cumplen con
exactitud. Pero si no
somos capaces de encontrar el camino tenemos la convicción de la misericordia
infinita de Dios que nos dará un tiempoo de purificación para que nuestra alma
a través de ella sea un día capaz de estar sin ninguna mancha o tacha de pecado
y pueda ser feliz con Dios en el Cielo. Hoy la
Iglesia no nos habla de los NOVISIMOS, pero es una realidad inmediata a nuestra
vida mortal. Se trata de MUERTE, JUICIO, INFIERNO Y GLORIA. Al partir
tendremos un juicio particular para saber si merecemos Cielo o infierno. Pero si un
alma muere en amistad con Dios por su infinita misericordia nos preparará en el
purgatorio, la antesala del Cielo. María Vallejo
Nájera habla de un alma elegida por Jesus, se trata de: SOR JOSEFA MENÉNDEZ
FUE LA CONFIDENTE DEL SAGRADO CORAZÓN (4 de febrero de 1890 a 29 de diciembre
1923) El 29 de
Diciembre de 1923, entró a la casa del Padre Sor Josefa Menéndez, una humilde
religiosa lega, casi analfabeta y que jamás destacó en nada. Al morir, el mundo
entero conoció las enormes gracias que el Sagrado Corazón de Jesús quiso
regalar a esta sencilla mujer, que escribió, por estricta obediencia, todo
cuanto el Divino Salvador quiso compartir con ella. Tiene un
libro llamado "UN LLAMAMIENTO AL AMOR" que es muy eficaz para quienes
desean conocer más al Corazón de Jesús y amarlo.
Sor Josefa
Menéndez nació en Madrid el 4 de Febrero de 1890, en un hogar modesto pero muy
cristiano, bien pronto visitado por el dolor. La muerte del padre, dejó a la
jovencita como único apoyo de su madre y de dos hermanas, a las que sostenía
con su trabajo. Josefa hábil
costurera, conoció las privaciones y preocupaciones, el trabajo asiduo y las
vigilias prolongadas de la vida obrera, pero su alma enérgica y bien templada
vivía ya del amor del Corazón de Jesús, que le atraía a sí irresistiblemente.
Durante mucho tiempo deseó la vida religiosa, sin que le fuese dado romper los
lazos que la unían al mundo; su trabajo era necesario a los suyos y su corazón,
tan amante y tan tierno, no se resolvía a separarse de su madre, que a su vez
creía no poder vivir sin el cariño y el apoyo de su hija mayor. Un día sin
embargo, el divino llamamiento se hizo irresistible, exigiendo los mayores
sacrificio. El 5 de
Febrero de 1920, Josefa dejaba a su hermana ya en edad al cuidado de su madre y
abandonaba su casa y su Patria querida, para seguir más allá de la frontera a
Aquél cuyo amor divino y soberano tiene derecho a pedírselo todo.
Sola y pobre
se presentó en Poitiers, en el convento del Sagrado Corazón de los Feuillants,
santificado en otros tiempos por la estancia en él de Santa Magdalena Sofía
Baral. Allí se había reanudado hacía poco la obra de la Santa Fundadora y a su
Sombra florecía de nuevo un Noviciado de Hermanas Coadjutoras del Sagrado
Corazón. Nadie pido
sospechar los designios divinos que ya empezaban a ser realidad. Sencilla y
laboriosa, entregada por completo a su trabajo y a su formación religiosa,
Josefa en nada se distinguía de las demás, desapareciendo en el conjunto. El
espíritu de mortificación de que estaba animada, la intensa vida interior que
practicaba, y una como sobrenatural intuición en cuanto a su vocación se
refería, llamaba la atención de algunas personas que la trataron con más
intimidad. Pero las
gracias de Dios permanecieron ocultas a cuantas la rodeaban, y desde el día de
su llegada hasta su muerte, logró pasar desapercibida, en medio de la sencillez
de una vida de la más exquisita fidelidad. Y en esta
vida oculta, Jesús le descubrió su Corazón. "Quiero – le dijo- que seas el
Apóstol de mi Misericordia. Ama y nada temas. Quiero lo que tú no quieres...
pero puedo lo que tú no puedes... A pesar de tu gran indignidad y miseria, me
serviré de ti para realizar mis designios". Viéndose
objeto de estas predilecciones divinas, y ante el MENSAJE que debía transmitir,
la humilde Hermanita temblaba y sentía levantarse gran resistencia en su alma.
La Santísima Virgen fue entonces para ella la estrella que guía por camino
seguro, y encontró en la Obediencia su mejor y único refugio, sobre todo, al
sentir los embates del enemigo de todo bien, a quien Dios dejó tanta libertad.
Su pobre alma
experimentó terribles asaltos del infierno, y en su cuerpo llevó a la tumba las
huellas de los combates que tuvo que sostener. Con su vida ordinaria de trabajo
callado, generoso v a veces heroico, ocultaba el misterio de gracia y de dolor
que lentamente consumía todo su ser.
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