COMPRENDIENDO LA DIVINA MISERICORDIA COMO LOS NIÑOS
NO tengas miedo de tu Salvador. Tu alma es muy querida para El.
Jesús se apareció a Sor Faustina y le dijo que pintara un cuadro, así como lo veía.
Si somos misericordiosos con los demás, la imagen de Jesús va a quedar pintada en nuestros corazones para siempre.
En esta aparición, Jesús estaba de pie, resucitado, vestido con una túnica blanca, y en sus manos y en sus pies se veían las huellas de la Pasión, aunque ya no le salía sangre. Tenía la mano izquierda señalando su corazón, y la mano derecha levantada, en señal de bendición. De su corazón salían dos grandes rayos de luz, uno de color rojo, y otro de color blanco. El rojo, le dijo Jesús a Sor Faustina, significaba su sangre, y el blanco, significaba la gracia que el alma recibe con los sacramentos.
Jesús le dijo que Él, así como estaba en el cuadro, se llamaba “Jesús de la Divina Misericordia”, y quería que Sor Faustina hiciera pintar un cuadro, y que se celebrara una misa en su honor, el primer domingo después de resurrección.
Sed misericordiosos, como vuestro ppadre celestiall es misericcordioso:
"Yo os digo a los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen.
Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica.
A todo el que te pida, da; y al que tome lo tuyo, no se lo reclames.
Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente.
Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman. Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto! Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis?
También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente.
Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los ingratos y los perversos.
Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso" (Lc 6, 27-36).
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