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MISIONEROS SIERVOS DE LOS POBRES (MSPTM)
QUIENES SON LOS MISIONEROS SIERVOS DE LOS POBRES
La comunidad de "Padres y Hermanos" forma parte integrante de los Misioneros Siervos de los Pobres del Tercer Mundo y está compuesta por jóvenes, que después de haber realizado una experiencia de servicio misionero, han respondido a la invitación del Señor de hacerse don para los más pobres.
Siervos de los Pobres del Tercer Mundo"EL carisma del Siervo de los Pobres es servir a Cristo en los pobres del Tercer Mundo, entregando su vida por ellos, ofreciendo un testimonio de servicio humilde y silencioso como Jesús de Nazaret”.Los Siervos de los Pobres del Tercer Mundo fueron fundados por el ex-religioso agustino P. Giovanni Salerno en 1983, en la Diócesis de Cusco (Perú).
El carisma fundacional del Instituto es el compromiso de continua conversión para seguir a Cristo Pobre, quien no vino para ser servido, sino para servir y dar la vida por los hombres.
Este servicio se inspira en el servicio de Cristo, motivo por el cual se esmeran en reconocer su Rostro dolorido en los rostros desfigurados de los más pobres, esforzándose en amarlos con los mismos latidos del Corazón de Jesús. Junto a los tres clásicos votos religiosos, profesan un cuarto voto de continua conversión. Como Regla inspiradora tienen la Imitación de Cristo de Tomás de Kempis.
Los Siervos de los Pobres del Tercer Mundo ponen toda su confianza no en sus propias manos o en sus propias dotes, sino únicamente en el Señor que todo lo da gratuitamente.
Viendo la multitud hambrienta del Tercer Mundo, quieren ayudarla con lo mejor de sí mismos, es decir, con su juventud ofrecida al Señor como verdadero incienso de amor, en el silencio de la oración y del servicio al hermano que sufre hambre, enfermedad y pobreza.La espiritualidad se basa en la del Siervo de Yahvé que es obediencia dolorosa, silencio y muerte. Y esto para que pueda cumplirse en plenitud la verdadera liberación, la resurrección de los pobres del Tercer Mundo.
Mas no deberán adherirse a ningún partido político o de opinión, sino exclusivamente al Evangelio de Jesucristo, reconociendo como importante, únicamente, la «política de la Cruz»:
"El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz y me siga” (Mt 16,24); «Sin mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5).
La nota característica de cada uno de los miembros debe ser la fidelidad al Papa, a la Iglesia. Para ellos, la obediencia al Santo Padre es inherente a la vocación misma del Siervo, pues han nacido como Movimiento para representar al Santo Padre y a la Iglesia entre los pobres.
En cuanto al apostolado, la principal tarea debe ser la evangelización humilde y silenciosa con el empeño de una caridad sin límites, para que los pobres puedan alcanzar una condición acorde con su dignidad de personas humanas. Van a trabajar donde los demás no llegan, más allá del asfalto, para buscar a los débiles, curar a los enfermos, liberar a los oprimidos. Regentan orfanatos para niños, centros de formación, escuelas, dispensarios, etc.
El Movimiento está presente en España, Perú, Argentina, Chile, México, Italia, Hungría, Alemania y EEUU. Para contactar con los Siervos dirigirse a los centros del Movimiento Opus Christi Salvatoris Mundi en estos países. También los laicos y los matrimonios desde su estado de vida pueden participar en esta gran obra de Dios.
Seminario de los Siervos en EspañaLos Siervos estudian en el Seminario de San Ildefonso de Toledo y residen en una hermosa casa religiosa a pocos kilómetros de la ciudad.
Contacto: Siervos de los Pobres del Tercer Mundo. Ctra. a Mazarambroz s/n. 45110 Ajofrín (Toledo) - España /
No hay que confundirlos con los SERVITAS, esta es La Orden de los frailes Siervos de Maria, que tiene su origen en el siglo XIII, en plena Edad Media, en la ciudad de Florencia donde una tradición fija como fecha del nacimiento el 15 de Agosto de 1233.
Cuenta la legenda que dicha noche unos fieles se encontraban celebrando una vigilia de la Asunción de Nuestra Señora, cuando se les presentó la Santísima Virgen y les comunicó su deseo de que fundasen una Orden para venerar sus Dolores y estar al servicio de los más necesitados, para ello, les dio las reglas de San Agustín y el hábito negro que compadeciera su dolor.
El Obispo de la Diócesis de Florencia Monseñor Ardingo, no dudo en ayudarles, dándoles hábito y un lugar a las afueras de la ciudad llamado Porta di Balla donde se establecieron. Repartieron sus bienes entre los más necesitados y se propusieron vivir juntos el Evangelio, llevando una vida de oración de alabanza al Señor y al servicio de los pobres.
Según algunos historiadores pertenecían a una congregación religiosa seglar denominada Los Laudenses, dedicada a rendir culto y oración a la Santísima Virgen y al canto lírico de música sacra de la época.
Los santos fundadores fueron 7: Bonfilio Monaldi, Bonayunta Manetti, Maneto dell´Antella, Amadeo Amidei, Sostenes, Hugo y Alejo Falconieri, pronto alcanzaron gran fama de caridad y espíritu de unidad con todos los hermanos. Eran visitados por multitud de fieles que solicitaban sus consejos e instrucciones de vida, cada vez su fama se fue extendiendo más.
Fray Pablo Sarpi, es el fraile de la Orden más conocido en Europa.
En 1726 es canonizado S. Peregrino Laziosi, y en 1737 Santa Juliana Falconieri. Hacia el año de 1750, la Orden cuenta con alrededor de 3000 frailes.
En 1866 se funda en Roma el Colegio Gandavense de los Siervos, del que se origina la actual Pontificia Facultad teológica Marianum.
El final del siglo XIX con la canonización de los Siete Fundadores (15 de Enero de 1888). Al rito asistió el último de los Siervos de María que sería canonizado en 1962 por la Iglesia: Antonio M. Pucci, quien morirá en 1892.
El siglo XX es, para los siervos de María, el siglo de las misiones; en 1913 se inician las misiones en Swasilandia (Sudáfrica); en 1920 en Amazonas (Brasil); en 1937 en Aysén (Chile) y en 1938 en Zululand (Sudáfrica). En la primera mitad del siglo XX el compromiso vocacional produce sus frutos, especialmente por obra de los priores generales: el Cardenal Alejo Lapicier (1913-1920), P. Alfonso M. Benetti (1938-1953) y P. Alfonso M. Montá (1953-1965). La Orden experimenta una imprevista consistencia numérica. Gracias al esfuerzo del P. Gabriel M. Roschini, insigne mariólogo, la Santa Sede concede a la Orden abrir la Facultad teológica “Marianum”, reconocida como “Pontificia” en 1971.
La dimensión mariana es esencial en la vocación del Siervo de María, tal y como lo fue para nuestros fundadores. De la Madre de Cristo, primera discípula, aprendemos a ser como ella discípulos y a vivir en la escucha de la Palabra, atentos a sus llamadas en el secreto del corazón y a sus manifestaciones en la vida de los hermanos. La imagen de Santa María nos enseña a permanecer junto a las infinitas cruces donde su Hijo está todavía crucificado; a vivir y a testimoniar el amor cristiano, acogiendo a cada persona como hermano; a renunciar al oscuro egoísmo para seguir a Cristo, única luz del hombre.
También los laicos y los matrimonios desde su estado de vida pueden participar en esta gran obra de Dios.
Seminario de los Siervos en España
Los Siervos estudian en el Seminario de San Ildefonso de Toledo y residen en una hermosa casa religiosa a pocos kilómetros de la ciudad. Contacto: Siervos de los Pobres del Tercer Mundo. Ctra. a Mazarambroz s/n. 45110 Ajofrín (Toledo) - España / tel.: (00.34) 925 39 00 66.
El Padre Giovanni Salerno nace en Gela (Caltanisetta-Sicilia, Italia) el 30 de enero de 1938. En 1954 concluye la Escuela Media y los dos años de Escuela superior con los Padres Agustinos en la ciudad de Palermo. Desde allí pasa a San Gimignano para el año de Noviciado en la Orden de San Agustín. En el período 1957-1961, estudia Teología en el Seminario Arquidiocesano de Monreale (Palermo) y es ordenado sacerdote el 23 de diciembre de 1961. Alimentando ya desde niño el fuerte deseo de servir a los pobres del Tercer Mundo, pide con éxito a sus Superiores el permiso para poder estudiar Medicina misional (tropical). En agosto de 1968, el Padre Salerno parte con un grupo de Agustinos para la fundación de una Prelatura en la región andina del Apurímac (Perú). En este territorio de misión se encuentra frente a una situación verdaderamente alarmante: enteros pueblos viven aún “en la edad de la piedra”, en un completo abandono. Entonces, viendo tan triste situación, comienza a fundar dispensarios médicos en los principales pueblos de la región y, en la ciudad de Abancay, crea una leprosería para curar a los enfermos del mal de Hansen. Desde el inicio, El Padre Giovanni Salerno es consciente del hecho que los pueblos pobres de la Cordillera andina del Perú no necesitan sólo de sacerdotes misioneros, sino también de médicos y otros laicos que puedan consagrarse a su servicio. Por este motivo, a comienzos de la década de los ochenta funda un Movimiento profundamente eclesial -los Misioneros Siervos de los Pobres del Tercer Mundo (Opus Christi Salvatoris Mundi)- que invita a los jóvenes, a los matrimonios, a los sacerdotes y a los laicos a unirse en favor de tantos hermanos que sufren en el Tercer Mundo.
El don fue una señal de predilección de la providencia hacia nuestro Movimiento, un verdadero milagro que nos llegó en silencio. Para nosotros, aquel dinero valía muchísimo, no tanto por su valor financiero, cuantioso por cierto, cuanto por el momento providencial en que nos fue donado... Por eso, sobre la colina del terreno del milagro pensamos levantar un monumento a santa Teresita del Niño Jesús .
Los patronos del Movimiento son, después de la Virgen Santísima, san Agustín y santa Teresa de Avila. Santa Teresa de Jesús oró y sufrió por los indios de la Cordillera ¡Tanto amó a los indios que tuvo de Dios el don de bilocación, que le permitió visitar la Cordillera de los Andes! En una carta (del 17-1-1570, nº 20) dirigida a su hermano Lorenzo, que vivía en Quito, nos hace sentir cuánto sangraba su corazón por los indígenas andinos. Dice: Y esos indios no me cuestan poco .
¡Cuán importante es confiar siempre en la divina providencia! ¿Qué sería de nosotros, si la providencia no encendiera cada día nuestro horno y no procurara los cien kilos de harina que necesitamos diariamente para elaborar el pan con el que alimentamos a más de 900 niños y muchachos que asistimos en nuestras casas?
Cada día necesitamos 100 kilos de harina sin contar vestidos, libros, cuadernos, medicinas, operaciones quirúrgicas, pensiones escolares... Cada día, para llevar adelante esta gran familia esperamos el milagro de la divina providencia, por la intercesión de Santa María, Madre de los Pobres .
Para ayudar a tantos pobres y necesitados nos sostiene la divina providencia. El Señor sabe dónde estamos, sabe lo que hacemos y sabe cómo llegar hasta nosotros. Es algo conmovedor ver cómo nos llegan donativos, sobre todo, de jóvenes parejas de esposos de Bélgica y también de Italia, fruto de una curiosa iniciativa, adoptada por ellos desde hace algún tiempo. En las invitaciones para sus bodas consignan claramente este mensaje: “No traigan regalos. El dinero que ustedes quieran gastar, comprando un regalo para nosotros, tráiganlo para que podamos ofrecérselo a los niños de los Siervos de los pobres del tercer mundo”.
Son también ofrendas de padres y madres de familia, que en los aniversarios de sus 50 o más años de vida, invitan a sus familiares y amigos a ofrecer dinero, a favor de nuestros niños abandonados, el regalo que hubiesen querido hacerles en esa ocasión. Son, finalmente, personas que antes de morir, les piden a sus parientes que no gasten el dinero comprando flores para poder así enviar todo lo ahorrado a los niños pobres del Perú .
Pero, no solamente es el dinero lo que vale para los misioneros, también vale y mucho más la oración. El padre Salerno dice que en la parroquia de Canicattí, Provincia de Agrigento, en Italia, donde trabajó como recién ordenado sacerdote, una joven, Ángela, le había dado todos sus ahorros para la Misión del Perú, a donde había sido ya destinado. Pero, además, un día saliendo de la adoración al Santísimo, me confió su secreto: Te he dado todo, pero es mejor que yo muera antes de que tú partas. Así te preparo el terreno. No sabes el idioma y no estás preparado para la Misión. Por eso, yo voy a prepararte el camino. En efecto, murió tres días después, en aquel mismo hospital donde yo había hecho mis prácticas como médico misionero. Se había ofrecido como víctima por la Misión .
Y Jesús personalmente bendecía su Misión. Un día en Antabamba, apenas llegué allí, al comienzo de la Misión, se presentó ante mí un pobre indio. Recuerdo muy bien aquel día: llovía y él estaba descalzo, roto, y con el cuerpo cubierto de llagas. Traté de curarlo lo mejor que pude. Apenas él se fue, el dispensario se inundó de un perfume extraordinario, un perfume de jazmín. Pero resulta que en Antabamba no crece ningún jazmín y menos aún en aquella fría temporada de lluvias, cuando allí no brota ninguna flor. Es éste el maravilloso recuerdo de un pobre que se acercó a mí y que el Señor quiso rodear de ese suave perfume para hacernos pensar en Él, presente sobre todo en los pobres .
El padre Salerno es un sacerdote enamorado de Jesús. Dice: Dios me ha hecho la gracia de no dejar jamás, ni un solo día la celebración de la santa misa, que constituye para mí la única fuente de energía y me hace sentir siempre joven. Y continuamente recuerda a sus hijos: Confíen siempre en la divina providencia y en la perenne juventud de Cristo. Y repite constantemente: Quien sirve a los pobres presta a Dios. El Señor me eligió como asno para cargarlo por los caminos estrechos de la alta cordillera de los Andes.
En una oportunidad, estaba sumergido en enormes problemas. Tenía la urgente necesidad de una construcción más amplia y funcional para la futura Obra San Tarsicio. Santa Teresita del Niño Jesús, de manera providencial, nos hizo encontrar primero 83 hectáreas de terreno y, luego, al lado de ese mismo lote, otras 140. Serviría para escuela privada y gratuita para niños pobres, como casa para los huérfanos del internado, para una escuela de artes y oficios, para la comunidad destinada a la rehabilitación de los drogadictos, para el Monasterio de la rama contemplativa de Los Siervos de los pobres del tercer mundo, para producción agrícola, etc. En el centro de todo, estaba prevista la iglesia con adoración perpetua. Teníamos ya el terreno, pero faltaban los recursos para la construcción.
En febrero del 2000, recibí la grata visita de una pareja de esposos de México. Los acompañé a visitar el terreno... Aquella misma mañana había recibido amenazas de expulsión hasta el extremo de que se pretendía transmitir inmediatamente una respuesta telefónica en tal sentido de Cuzco a Roma (a la Congregación de Propaganda Fide). Ese día sufrí muchísimo, pero las gracias fueron mayores y más poderosas que las lágrimas causadas por quien, investido de autoridad, me invitaba a decisiones que me eran extrañas. Aquel mismo día en la tarde, los dos esposos, también devotos de santa Teresita, con voz marcada por la emoción... me ofrecieron un cheque por dos millones de dólares...
Un día estaba predicando un retiro espiritual en Babylon (USA), cuando una viejecita se acercó y me entregó un sobre diciéndome: “Dentro de dos días cumpliré 85 años y, en lugar de festejarlo con mis nietos, mis parientes y amigos, he decidido darle a usted mis ahorros”. Abrí el sobre, pensando en el óbolo de la viuda del Evangelio... Y, con gran sorpresa y emoción, encontré allí la respetable suma de 5.000 dólares. ¡Sea bendita eternamente la divina providencia .
Un señor de Ajofrín (Toledo) nos había regalado 14 hectáreas de terreno para construir el Seminario. Se colocó la primera piedra el 3 de diciembre de 1989. Pero, en aquel momento, no teníamos nada... Sentí un fuerte escalofrío de sólo pensar que nuestras arcas estaban vacías. Pero, afortunadamente, no nos faltaba una gran confianza en la divina providencia... Pocos meses después, nos informaron que unos bienhechores chinos de Macao habían enviado un cheque de 250 dólares como primera ofrenda, de otras que enviarían sucesivamente. Pero, en una segunda llamada telefónica, nos informaron que en realidad el cheque no era de 250, sino de 250.000 dólares... Con aquella suma cubrimos la mitad de los gastos de la construcción del Seminario y de la capilla. La otra mitad nos fue dada por una pareja de esposos .
El PADRE GIOVANNI SALERNO es un gran misionero italiano, que va por los caminos de las altas cordilleras de los Andes del Sur del Perú, llevando consuelo a los enfermos como médico y el amor de Jesús como sacerdote. Era sacerdote agustino; pero, con permiso de sus superiores, dejó la Orden para fundar el Movimiento de los Siervos de los pobres del tercer mundo.
En su libro Misión andina con Dios cuenta cómo, cuando tenía diecisiete años, tres oculistas de Viterbo le dijeron unánimemente: ¡A los veinte años de edad estarás completamente ciego!
El mismo superior le dijo que debía interrumpir sus estudios y casarse cuanto antes para tener así una esposa que pudiera ayudarlo en su ceguera.
Pero oró al Señor y escribió al Monasterio de agustinas de Casia. La abadesa le contestó que una joven hermana se había ofrecido víctima por su salud. Los superiores aceptaron llevarlo, como último recurso, a Roma al célebre oftalmólogo Dr. Lazzantini, que le salvó la vista y le dijo: Debes retomar tus estudios. Y fue ordenado sacerdote un año antes que sus compañeros de curso.
Desde el principio, quería ser misionero en el Perú. Y allí lo enviaron sus superiores de la Orden agustiniana. Dios lo ha guiado con amorosa providencia en todos sus caminos por aquellas alturas.
Él cuenta cómo el 2 de febrero de 1975 hizo un largo viaje a caballo desde Cotabambas a Tambobamba. Hacía un viento que parecía un huracán, cargado de lluvia. A mitad del viaje decidió con su acompañante detenerse.
Dice así: Me quedé solo y procuré que el caballo me abrigara del viento con su cuerpo y me calentara con su aliento, impidiendo que el frío helado de la noche me hiciera mal. Creía encontrarme sobre un terreno llano, pero cuando el hermano regresó con su linterna me percaté que estaba al borde de un precipicio de unos 300 metros sobre el río. El caballo había sido para mí como un ángel enviado del cielo: se llamaba Dorado .
En ese viaje me enfermé gravemente, tenía mucha fiebre y tiritaba de frío y escupía sangre. En el pueblo no había carretera de acceso ni había medicinas. Los nobles del lugar me odiaban, porque defendía a los pobres... Llegué a tal gravedad que no podía comer ni moverme. Algunos ya comentaban que en el pueblo no había madera para hacerme el ataúd. Después de muchos días de sufrimiento, llegó un camión, que aproveché para ser llevado al Cuzco... Mi estado empeoró y me administraron la unción de los enfermos. Al día siguiente, me llevaron en avión a Lima. Me esperaban en el aeropuerto con una ambulancia. Pero no la necesité; porque, al llegar el avión a poca altitud sobre el nivel del mar, había vuelto a sentirme bien y había mejorado rápida y sorprendentemente .
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