No es lo mismo ocasión que peligro de pecar. 

El peligro proviene de todo lo que mueve al pecado, sea interno o externo al pecador.

La diferencia con la ocasión de pecar estriba en que ésta se refiere a las circunstancias exteriores por las que alguien se encuentra en peligro de pecado; sin buscarlas directamente, que se presentan o imponen desde fuera. 

Ahora bien si el peligro procede de sus pasiones, de la debil voluntad, de su tibieza espiritual, no hablamos de ocasión de pecado, sino que se ocasiona mediante un hábito creado por la persona misma. Por eso la fortaleza de Espíritu y la ayuda de la gracia santificante mediante la oración constante, el recibir a Cristo Eucaristia y levantarnos de inmediato en el momento de la caida harán que paulatinamente vayamos adquiriendo esa voluntad y desprecio por el pecado.

Es algo que el  mismo Jesus dijo a santa Faustina Kowalska, hemos de presentar ante Jesús esas tentaciones, esas ocasiones mediante la confesión y asi el enemigo perderá fuerza y poder para volver a derribarnos.