Su fundador es san Francisco de Paula que nació en Paula un pueblo de Italia y ya desde sus 14 años se retiró siendo ermitaño.
Cada familia religiosa toma un misterio de Jesucristo, según el fundador: la humildad, la penitencia, la oración, la pobreza,
la humillación, la sencillez. Las monjas mínimas tienen el carisma de la humillación, la pobreza, el ser pequeños, sencillos entrega a los demás la oración.
Este carisma lo viven empezando con la consagración total de su vida a Dios renunciando a todo para vivir para EL sólo para todos los demás y continuamente estamos en sus oraciones, cada uno de los hombres del mundo entero.
El cuarto voto de vida cuaresmal es vivir en penitencia durante todo el año no solo en cuaresma.
Sus comunidades están federadas y hay una única monja la presidenta de la Federación cada comunidad tiene su superiora propia, el capitulo la elige. Cada comunidad tiene su vida propia aunque tienen el mismo horario las mismas reglas.
SAN FRANCISCO DE PAULA
Francisco abandona el mundo, siendo muy joven y se va al desierto abrazando una vida de oración y penitencia dedicándose por entero a Dios.
En pleno Renacimiento, cuando el hombre quería ser...como Dios...en una sociedad corrompida, en un ambiente de tensiones y guerras entre distintos países...cuando el mundo cristiano perdía su auténtico valor evangélico...surge una figura:
FRANCISCO DE PAULA
Muy pronto los jóvenes, ven en Francisco un rayo de luz que les da respuesta a sus inquietudes más profundas y les sirve de guía para vivir el EVANGELIO.
Así es como comienza la Orden Mínima al sur de Italia.
En España un grupo de jóvenes, atraídas por el estilo de vida de Francisco, deciden vivir su misma vida.
Hoy, desde distintos lugares, las Monjas Mínimas testimonian ante el mundo la supremacía del Amor de Cristo con su dedicación total a Dios en la contemplación, en una vida de oración y penitencia por todos los hombres.
Venerable: Sor Consuelo Utrilla Lozano (1925-1956) Monja Mínima de Daimiel
Gastarse por Cristo
Este fue el ideal de Sor Consuelo, que le hizo vivir radicalmente el Evangelio, como ha reconocido Juan Pablo II declarándola Venerable por sus virtudes heroicas.
La vida de Sor Consuelo es hoy una llamada y un reclamo para la juventud generosa que siente el anhelo y la búsqueda de lo noble, lo arduo y lo heroico.
Ella hizo donación de su vida a Cristo con una firme decisión:
"quiero ser santa y una santa joven".
Ante la llamada de Dios, no dudó en responder generosamente entregándole su vida en el Monasterio de las Monjas Mínimas de Daimiel, que le atraía por su pobreza y austeridad.
Su vida fue un claro anuncio y testimonio evangélico:
"Quiero esforzarme por predicar a Jesús con mi conducta, para que al verme se sientan los demás llevados a acercarse a Él"
Caminó hacia Dios sin vacilación:
"mi ideal es marchar sin retroceder de lo bueno a lo mejor, de lo mejor a lo perfecto"
RESEÑA BIOGRAFICA DE Sor CONSUELO
Monja Mínima de Daimiel
(1925-1956)
La Venerable Sierva de Dios Sor Consuelo Utrilla Lozano del Corazón Inmaculado de María nació el 6 de septiembre de 1925 en Daimiel (Ciudad Real - ESPAÑA), y dejó esta vida terrena el 9 de diciembre de 1956.
Ella es una de estas jóvenes generosas que no solamente abrió su corazón a Cristo, sino que se entregó en totalidad a Él en la vida consagrada de las Monjas Mínimas, contemplativas orantes y penitentes, fundadas por San Francisco de Paula.
Sor Consuelo viene a formar parte de la aureola de santidad de la Iglesia que no cesa de iluminar a los que aún peregrinamos hacia la Patria definitiva.
"Hábleme de Dios"
En la etapa de su niñez y adolescencia, marcada hondamente por la ausencia materna, su orfandad la llevará a ponerse en manos de María, en quien encuentra la mejor de las Madres. Ella será su camino para ir a Jesús.
Consuelito es jovial, viva y transparente. Hay algo en ella que la distingue de las demás niñas de su edad; un ‘algo’ misterioso y divino que fluye espontáneamente al exterior y nos revela el don recibido de su particular inclinación hacia las cosas de Dios.
Antes de hacer su primera comunión se quiso unir a las niñas que se preparaban para recibirla ese año a fin de conocer más a Jesús.
Ya en el comienzo de su adolescencia se acrecienta este peculiar deseo.
Es significativo cómo a la edad de 13-14 años, de excursión con el colegio, en uno de los momentos de juego, ella se queda junto al Padre Marcial García C.P. que las acompañaba, y al preguntarle éste por qué no iba a jugar con las demás compañeras, le responde: "Usted, hábleme de Dios".
¿De dónde le arranca ese deseo? Su amor entrañable a la Virgen. No podía imaginar Sor Consuelo lo que su fidelidad al impulso de esta gracia, iba a suponer para ella, para cuantos la conocieron y para los que ahora palpamos su intercesión.
"Quiero ser santa y una santa joven"
Llegada la etapa juvenil, se acrecienta en la joven Consuelo un vivísimo deseo por alcanzar la santidad lo antes posible. Su singular espontaneidad al respecto es admirable: "Quiero ser santa y una santa joven".
A medida que crecía en edad, se desarrollaba ese ‘algo’ que la caracterizaba entre los demás, sin ruidos ni apariencias extrañas, en la más absoluta sencillez. Su rica personalidad, con los dones naturales y sobrenaturales que de Dios recibió, sirvió de base para que Él hiciese su labor de santificación.
Consuelo amaba intensamente al Señor, sólo de Él podía llenarse, de ahí su ardiente deseo por alcanzarle, deseo que ella misma expresaba con el impulso de su corazón juvenil: "No me conformaré con ir despacio; he de ir deprisa por el camino de la perfección".
El amor a Dios y el empeño constante por la santidad fueron forjando en la joven Consuelo un espíritu firme, recio y decidido. Es el momento de la determinación definitiva, de la opción fundamental. Consuelo centra su mirada en Aquel que plenifica su ser.
Desde su relación personal con Cristo va descubriendo que Él la quiere para Sí, se sabe elegida y nota en su profundidad la exigencia de respuesta de vivir sólo para Él y opta libremente por abandonar todo para abrazar a quien es TODO. Es ahora cuando ese ‘algo’ divino y misterioso comienza a definirse en nuestra joven mínima y la impulsa a entregarse al Amor. Dios ha puesto en ella un deseo patente de santidad que poco a poco va impregnando toda su vida. La respuesta está pronta: "la belleza y la juventud han de ser para Dios", ¿qué esperar?.
"Lo importante es Gastarse por Cristo"
No es una frase hecha, es una vivencia personal. Son palabras que reflejan y manifiestan toda una vida de entrega y fidelidad constante.
Es la última etapa de su corta existencia terrena. Es el culmen de su entrega total. Consuelo, radiante de felicidad, abraza la vida Mínima de San Francisco de Paula porque quiere entregarse a Cristo en pobreza y austeridad.
Tras su vida sencilla, humilde, pobre y penitente en el camino de la ‘minimez’, vive con radicalidad su opción por el amor a Cristo a través de María.
Con su forma propia de ser supo empeñarse en el camino de la santidad sin otro objetivo que gastarse por Cristo y por los demás
Sor Consuelo, abierta plenamente a la acción del Divino Espíritu, (Crónica Años 1627-1956, Monasterio Ntra. Sra. de la Victoria - Daimiel, Libro II, p. 230).
Dos años de enfermedad purificadora en el cuerpo y en el espíritu la llevarán a la configuración con Cristo Crucificado.
No se notaba nada especial en ella, pero lo cierto es que no se conformó con caminar, sino que quiso volar hacia la santidad y el Señor aceptó su generosidad.
La radicalidad del lema de Sor Consuelo tiene su fuerza precisamente en que es un grito, un deseo hecho vida, y la realidad de un alma que ha experimentado la lucha diaria, que se ha tomado en serio la santidad, que probada por la enfermedad acrecienta heroicamente este deseo, que no cesa en su empeño y que se convierte finalmente en un auténtico testigo de Cristo.
A los 31 años concluyó su peregrinación terrena, con sólo nueve años de permanencia en el monasterio.
Pasados treinta y nueve años de su partida a la Casa Paterna, recibe de la Congregación para la Causa de los Santos el reconocimiento de haber vivido las virtudes evangélicas de una forma heroica a través del Decreto ‘Super Virtutibus’, que el Papa Juan Pablo II aprobó e hizo público el 15 de diciembre de 1995.
El cuarto voto en realidad es la perpetua abstinencia de carne, huevos y lacticinios (hoy para los frailes limitado a carnes y derivados), y sólo en caso de grave enfermedad puede ser dispensado por orden del médico.
La Orden de los Mínimos se estructura con los mismos principios de organización del resto de órdenes mendicantes.
Los superiores son llamados correctores. A la cabeza se halla el Corrector General, que primeramente era elegido cada tres años, pero que desde 1605 lo es cada seis.
El Corrector Provincial es elegido cada tres años, mientras que el superior local de cada convento es elegido por 3 años. San Francisco de Paula
Para asegurar la estricta observancia de las reglas de la primera y segunda Orden, Francisco de Paula redactó un “Correctorium”, consistente en diez capítulos correspondientes al número de capítulos de la regla, que determina la penitencia a imponer a quienes transgredan los preceptos de la misma. Este “Correctorium” fue aprobado por Julio II en 1506 y por León X en 1517 (Digestum, véase infra, I, 55).
El fraile mínimo es un hombre que se reconoce a sí mismo como don de Dios. Acepta la propia fragilidad. No tiene miedo de mirarse tal y como es, es decir, necesitado de perfección. Sólo quien aprende a conocerse a sí mismo, puede tener un encuentro positivo con los demás, con la naturaleza, con Dios.El "mínimo" es un hombre que vive su humanidad junto a los otros. Sin la relación con un "tú" no se puede ser persona auténtica. El fraile mínimo, al acoger a los demás, descubre la posibilidad de construir una comunidad de hijos de Dios. Para él la relación con Dios es la relación fundamental y privilegiada que da sentido a su vida; y Dios no es un Dios lejano e inaccesible, sino el Dios-con-nosotros, el Dios que se ha hecho hombre y compañero de camino.El fraile mínimo no se coloca fuera de la trama social, ni mucho menos es sólo espectador de los acontecimientos humanos. Su relación con el mundo no es de contraposición, ni de huída, sino de escucha, de intercambio y diálogo. Él está en el mundo aunque no es del mundo, para ayudar al mundo a mirar y a caminar más allá de la historia.
Además de los religiosos y religiosas MINIMOS, están los T.O.C.
La Tercera Orden de los Mínimos (T.O.M.) es una asociación de laicos que se propone vivir el Evangelio según el modelo de San Francisco de Paula. Es la rama seglar de la Orden de los Mínimos, con la cual tiene en común el carisma penitencial. Su nacimiento se sitúa en el año 1501 y se debe a la iniciativa del mismo Santo. la aprobación de la versión definitiva tuvo lugar en 1506. Secundando la insistente petición de vivir la espiritualidad Mínima en el propio ambiente familiar; dictó algunas "normas de vida" a seguir. Inicialmente los terciarios vivieron su ideal de manera comunitaria; enseguida, en cambio, prevaleció la forma de vida carismática vivida individualmente por cada uno en la propia familia, reservando algunos momentos para los encuentros comunitarios.
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